miércoles, 9 de octubre de 2013

Desvelada

"Los sueños y nuestra mente siempre se comportan a su manera. Aunque en el fondo nuestro propio cerebro lo esté controlando todo, nuestra propia conciencia puede ser capaz de no aceptarlo"

O eso es al menos lo que piensa Hanna, la chica que está ahora mismo sentada en frente de la ventana, con un codo apoyado en la cornisa y una cara adormilada. Las pesadillas le han jugado una mala pasada, por no mencionar que su pierna ha decidido moverse más de la cuenta, y por consecuencia, le ha creado un dolor tan inmenso que la chica ha tenido que morder su almohada para no gritar. Y es que últimamente la bola de su pierna derecha no hace más que subir y bajar, cosa que no le facilita el sueño a nuestra querida niña.

Suspira. Las estrellas de esta noche son muy brillantes, al igual que la luna, que se alza redonda e imponente a través del cristal. Su suave luz baña la redondeada tez de la niña, serenándola, y poco a poco, adormeciéndola.

Esta vez soñará cosas bonitas. Soñará con un castillo, grande e inmenso, llenos de libros y música por todas partes. Soñará con una nube, una que la llevará tan alto que, al final, viajará por un paisaje por donde siempre hace sol. También soñará con Carley, esa amiga que le cae tan bien. Jugarán juntas y viajarán por todo el mundo cuando sean mayores. Y es que cuando Hanna no tiene pesadillas, sueña, y sabe perfectamente que los sueños, siempre pueden ser premonitorios.

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